Los riñones son órganos que se encuentran en la parte posterior del abdomen. Formados por millones de nefrones, su mecanismo de filtración, reabsorción y secreción es indispensable para la vida humana.
Entre sus principales funciones, se encargan de eliminar el exceso de líquido y las toxinas del cuerpo a través de la orina; de filtrar y limpiar la sangre, así como de mantener el equilibrio de las sustancias que transporta. También producen hormonas, entre otras, la eritropoyetina, que regula la producción de glóbulos rojos en sangre, y la renina, que controla la presión arterial.
Principales enfermedades
La mayoría de las patologías renales tienen un efecto degenerativo sobre los nefrones, lo cual genera la pérdida de sus capacidades.
Entre las enfermedades renales más frecuentes se encuentran el cáncer de riñón, cálculos o quistes renales, infecciones, síndrome nefrótico, lesión renal aguda e insuficiencia renal. En el caso de esta última, su persistencia por más de tres meses la convierte una Enfermedad Renal Crónica o Insuficiencia Renal Crónica, que actualmente representa un serio problema de salud pública a nivel mundial. Sus principales causas son la diabetes y la hipertensión arterial.
Importancia de la prevención
En muchos de los casos, las enfermedades renales suelen ser hereditarias o provocadas por lesiones o intoxicación y sus síntomas demoran en manifestarse, por lo tanto, cuando se presentan, el cuadro ya está avanzado.
Algunas señales que marcan problemas renales son: aparición de proteínas en la orina, empeora la presión arterial, hinchazón en pies, manos, tobillos u ojos, necesidad de orinar más frecuente, dificultad para concentrarse, pérdida del apetito, náuseas, picazón y fatiga.
En este marco, cobra especial importancia el tratamiento temprano para prevenir o retrasar el progreso de las enfermedades, lo cual permitirá reducir posibles complicaciones.
Entre las medidas que podemos adoptar para su prevención cabe destacar los análisis de sangre y orina. Con ellos se verifica, por un lado, la tasa de filtración glomerular, que es una estimación de la capacidad de filtrado de los riñones; por otro, la presencia de albúmina, una proteína que no suele detectarse si los riñones están sanos. Además, es importante controlar la presión arterial, elegir alimentos saludables, disminuir el consumo de sodio y proteínas, realizar actividad física frecuente, mantener un peso saludable, limitar la ingesta de alcohol y tabaco.
Tratamientos, diálisis y trasplante
La insuficiencia renal crónica es una enfermedad progresiva y, por tanto, irreversible. Sin embargo, existen tratamientos que permiten reemplazar la función de los riñones.
Uno de ellos es la hemodiálisis, que consiste en filtrar las toxinas y el agua de la sangre, ayudando a controlar la presión arterial y a equilibrar los minerales importantes en la sangre (por ejemplo, el sodio, el potasio y el calcio).
Un segundo tratamiento es la diálisis peritoneal, para el cual se utiliza el peritoneo y una solución conocida como dializado. Este absorbe los deshechos y líquidos de la sangre, usando el peritoneo como un filtro.
Asimismo, hay personas que prefieren no someterse a la diálisis. En estos casos, el tratamiento y atención médica puede ayudarlos a cuidar de su salud, monitorear frecuentemente su dieta y estilo de vida. Sin embargo, no es un tratamiento para mejorar la falla renal, sino para convivir de la mejor forma posible con ella hasta que el cuerpo deje de funcionar.
Cuando la enfermedad renal se encuentra avanzada, existe la posibilidad de realizar un trasplante de riñón. Dado que solo necesitamos de un riñón para vivir el trasplante puede ser de donantes vivos o fallecidos. Se trata de un tratamiento indiscutible, dado que ha demostrado un aumento en la expectativa de vida de los pacientes con enfermedad renal crónica, así como mejoras en su calidad de vida.